Soy Andrea Morera Sesé, terapeuta de Shiatsu (y ex analista de datos).
En 2020 di mis primeros pasos en el mundo del Shiatsu, mientras continuaba mi trabajo como consultora. Comencé mis estudios en la Escuela Japonesa de Shiatsu, donde el maestro Shigeru Onoda, discípulo de Tokuro Namikoshi, comparte su extenso conocimiento con una enorme generosidad. Tres años después me gradué, y continúo formándome.
Me instalé en Madrid en 2019. Aunque soy oriunda de Argentina, me considero una ciudadana del mundo. Tuve la suerte de vivir en varios países y visitar muchos otros. Me encanta leer y aprender cosas nuevas. Últimamente me he estado inclinando por la filosofía oriental y la espiritualidad, en especial la cábala.
Desearía que en hogares y escuelas nos enseñaran a gestionar nuestras emociones para vivir mejor. Lamentablemente, no es así, y sospecho que el sistema actual tiene algo que ver en ello. Así que se vuelve responsabilidad de cada uno descubrir los mecanismos para aliviar dolores físicos y emocionales, encontrar dónde están nuestros desequilibrios y trabajar en ellos para mejorar nuestra salud general y tener una vida más feliz y plena…. y hacer de este mundo un lugar más bonito para todes.
El Shiatsu fue un regalo para mí. Literal y metafóricamente hablando.
Una gran amiga me regaló una sesión con su tía, y allí descubrí el Shiatsu.
Tenía un dolor en la cadera (del psoas) que no se me iba ni con muchas sesiones de fisio, pero después de UNA sesión de Shiatsu, el dolor remitió por más de medio año. El Shiatsu me hizo entender que detrás de los dolores físicos se esconde un mundo de emociones y conexiones locas, de las que yo no tenía idea… aunque algo sospechaba. Se encendió la chispa, algo se venía gestando por dentro…
Sin lugar a dudas, el evento más importante que cambió completamente mi visión de la salud fue la muerte de mi mamá.
Una enfermedad autoinmune la llevó a pasar un mes en coma. Tuvo que volver a aprender las cosas más básicas como comer, hablar, mear y caminar. Ella no volvió a ser la misma de antes.
Después de múltiples ingresos al hospital, mil medicamentos, y mucho sufrimiento para toda la familia, mamá falleció una mañana fría de agosto en Buenos Aires.
Sus pulmones fueron lo primero que comenzó a fallar, luego le siguieron los riñones y finalmente su corazón no aguantó más y dejó de latir.
Viendolo hoy en retrospectiva y con toda la información nueva con la que cuento (¡y la que me queda por descubrir!), entiendo que mi madre no pudo o no supo gestionar sus emociones y su energía vital quedó tan bloqueada que la llevó, en forma de espiral precipitado, hacia el final de sus días.
En sus últimos meses de lucidez, antes del coma, tuvo que afrontar una serie de eventos traumáticos, de esos que la vida nos pone para superarlos y crecer, o en caso contrario, como le pasó a ella, pueden ser el ancla final…
Todavía me genera un temblor en el pecho cuando pienso en que no está más conmigo en este plano, pero encontré gran alivio en nuevas formas de relacionarme con ella, y con la vida.
Una de ellas es el Shiatsu.
Así que gracias mamá, gracias a vos descubrí este mundo que tanto me fascina y puedo ayudar a otros, como no pude ayudarte a vos.
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