El dolor

¿Qué es el dolor?

Es un poco ambicioso de mi parte tratar de explicar un concepto tan profundo como el dolor, pero haré un intento simplificado para que reflexionemos juntas sobre algunas cuestiones básicas.  

Desde la perspectiva de la medicina occidental, el dolor se concibe como una respuesta del sistema nervioso ante un estímulo dañino

Por ejemplo, si nos quemamos el dedo (estímulo dañino), las terminaciones nerviosas en la piel detectan el calor extremo y envían señales eléctricas al sistema nervioso periférico (respuesta) que son transmitidas al sistema nervioso central, donde el cerebro interpreta la información. La percepción de dolor se activa como una respuesta para alertarte sobre el daño potencial y motivarte a retirar la mano de la fuente de calor. En este caso, el dolor tiene una función adaptativa crucial. Sirve como una señal inmediata para protegerte del peligro de una quemadura más grave al indicar la necesidad de apartar la parte del cuerpo afectada de la fuente de calor.

Luego el cuerpo activará una serie de procesos fisiológicos para facilitar la reparación y curación. Por ejemplo se puede producir inflamación (hinchazón, enrojecimiento y calor), aumentar el flujo sanguíneo para llevar más oxígeno y nutrientes a las células dañadas y liberar sustancias químicas que facilitan la comunicación entre células y desencadenan la reparación de tejidos, se pueden formar coágulos para detener el sangrado y se pueden activar un grupo de células especializadas (como los fibroblastos) para regenerar los tejidos

O sea el cuerpo nos alerta mediante el dolor para que retiremos el dedo del fuego y luego activa una serie de procesos para autocurarse. 

¿Qué sucede hoy en día cuando vamos al médico por un dolor? En lugar de explicarnos este mecanismo y buscar el desajuste original del problema (el estímulo dañino), se nos receta un antiinflamatorio o analgésico para que no sintamos más ese dolor. Quiero aclarar que no todos los médicos actúan así, por supuesto, estoy exponiendo el extremo de las consultas donde el especialista no te revisa y solo se queda frente a un ordenador tomando datos sin el interés genuino de encontrar el problema de raíz. *Basado en mi experiencia personal y la de mi círculo, pero también sustentada en esta nota que informa que en España el consumo de analgésicos ha aumentado un 50% en la última década. Para pensar…

 

Por suerte, hay otra mirada ^^

En la tradición oriental, como en la medicina china y el yoga, el dolor se interpreta como un desequilibrio en la energía vital del cuerpo, conocida como “Qi” o “Prana”. 

Además filósofos occidentales han reflexionado mucho sobre el dolor desde una perspectiva más amplia: se considera el sufrimiento como una parte inherente de la existencia humana y, a su vez, como una oportunidad para el crecimiento personal.

Entonces, ¿cómo abordamos el tema del dolor?

Primero hay que entender que el dolor físico y emocional están interconectados de maneras intrincadas. Experiencias emocionales intensas pueden manifestarse como dolor físico, y viceversa. Por lo tanto es crucial no tapar síntomas y mirar el dolor de frente, indagar en él e intentar descubrir qué nos viene a decir. 

Podemos sufrir dolor por un golpe, una lesión mal curada, una postura inadecuada, un movimiento repetitivo, una mala alimentación, un mal descanso, etc. Hay muchísimas causas del dolor, la misión es encontrar nuestra causa(s). 

Si una persona es joven (o sea que el dolor no se debe a los procesos naturales de envejecimiento), no ha sufrido traumatismos ni gestos repetitivos mantenidos en el tiempo a la cual se le pueda achacar el dolor, ha probado con tratamientos convencionales y no le han funcionado, y los síntomas aumentan en reposo (ya sea descansando por la noche, los fines de semana o en vacaciones), esto puede ser indicativo de que la raíz del problema puede ser por una disfunción visceral, ya sea por malos hábitos de alimentación, higiene corporal o mala gestión emocional.

Si quieres cambios verdaderos, pues camina distinto…

Lo primero que tenemos que hacer es darle valor al dolor: el dolor es bueno.
Nos viene a indicar que algo anda mal y como dice Residente, si quieres ver cambios en tu vida vas a tener que cambiar tus hábitos. 

Lo segundo es identificar el problema.
Para eso es importante acudir a un especialista. Por suerte hay infinidad de especialistas, desde médicos, psicólogos, psiquiatras, fisioterapeutas, osteópatas, acupunturistas, masajistas, terapeutas varios, etc. Pero hay que tener bien en cuenta que el especialista va ser solamente una guía, alguien que nos dé claridad sobre dónde puede estar nuestro desequilibrio. La capacidad de curación está en cada uno de nosotros, con disciplina y paciencia la encontraremos en nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo tiene la respuesta, solo hay que saber escucharlo.

Cabe mencionar que hay veces que el dolor desaparece como por arte de magia. En contadas ocasiones esto es cierto, la mayoría de las veces lo que sucede es que el cuerpo “silencia” esa alarma si luego de un período no le hacemos caso. Por ejemplo, cuando un músculo no para de trabajar y está en contracción constante, este se termina fibrosando y se funde para evolucionar en estructuras que respondan mejor a ese trabajo constante (vale aclarar que es super importante para el músculo conserve su capacidad natural de contracción y alargamiento ya que en la alternancia de los dos está la salud del músculo). En este caso el dolor desapareció, pero como no se tomó ninguna acción activa hacia ese dolor, el cuerpo (oh sabio cuerpo) responde con el mejor mecanismo que encuentra para seguir llevando a cabo sus tareas. Y si ese mecanismo se repite varias veces, va llegar un momento que el cuerpo va a gritar para hacerse oír

Una vez que escuchamos ese grito e identificamos el problema con la ayuda de algún especialista, nos queda la parte más difícil: caminar distinto… y con eso me refiero a incorporar algo en la rutina para asegurarnos que ese dolor no va volver. Con total seguridad ese algo va estar relacionado con alguna de las siguientes (sino con todas): 

  • descanso: mejorar la higiene del sueño 
  • alimentación: incorporar una dieta más variada y acorde a tu biología
  • ejercicio: el movimiento es clave para la salud
  • pensamientos: tener una conversación sana y amorosa con una misma

La historia está plagada de personas que no solo aprendieron sino transformaron su dolor en algo más grande. No hace falta ser una Frida Kalho o un Ludwig van Beethoven o un Ghandi o un Martin Luther King. Empieza con reconocer ese dolor y enfrentarlo, sentir que la capacidad de estar mejor reside dentro de ti es algo extremadamente potente.

Recuerda que cada dolor, físico o emocional, es una oportunidad para crecer, adaptarse y avanzar hacia un estado de mayor equilibrio y bienestar.

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